Por mi trabajo, me toca conversar con muchas familias, año tras año, todas son un mundo maravilloso por conocer, explorar y apoyar… A veces simplemente fluye, otras se hace más pesado, pero siempre en esos momentos uno recibe un regalo de poder aprender, mirando hacia afuera y hacia dentro… buscando desde la compañía, qué podrá estar pasando, apre-hendiendo las mil y unas causas que se van entrecruzando y que van conformando diferentes estados emocionales, así fisiológicos.
Desde esta posición, vamos escuchando relatos, que están llenos de emociones entretejidas, energías, desde nuestro presente, pasado, nuestras historias familiares, culturales, religiosas, llenas de una identidad y forma de mirar la vida, que a veces nos atrapa, sin saber por qué. Cuando vemos familias, se escuchan padres de las familias de quienes uno recibe relatos llenos de una identidad muy fuerte. Sus palabras, posturas corporales, reacciones, un sin números de detalles, van componiendo nuestra forma de ser padres o madres y por lo tanto van conformando una identidad en el niño. Es una comunicación que fluye desde las energías que se entrecruzan, desde el vínculo, donde todo vale sobre todo algo que muchas veces no tenemos consciente, nuestra historia como cultura… Nuestra cultura Latinoamericana, está llena de historia de esfuerzo. Algunos padres o abuelos que llegaron desde lejos a estas tierrras, tratando de lograr una mejor calidad de vida, otros nacidos aquí, que poco a poco han ido avanzando…algunos más, otros menos, pero en general, todos coincidimos que ha sido desde el esfuerzo. Esfuerzos que se transmiten, de una u otra forma, en aquellas historias familiares que no requieren ser descritas, pero que cuando uno escucha a sus hijos, nuestros hijos...cuando uno los cría…muchas veces, están empapados de esa historia. Son ilusiones o temores, estilos que están presentes sin ser dichos, son inconscientes, pero que se van activando de diferentes maneras, a pesar que muchas veces no queremos que aparezcan…pero están y se van mostrando desde las diferentes etapas, experiencias y diferentes hijos que nacen… cada uno de ellos, es una historia por contar y ya contada…. Pensemos ahora esto de ser padres…prestando atención a nuestros hijos y sus formas de ser y hacer… En general llegar a ser padres, es recibido como un regalo, pero al mismo tiempo, se entrecruzan muchas emociones y una de ellas…son los temores. Temor por ejemplo, a no poder estar presentes o vivos hasta que nuestros hijos sean autovalentes o simplemente hasta que puedan vivir una vida con relativa estabilidad… temores relacionados a nuestras capacidades como padres o madres, temores de salud, relación de hermanos, expectativas sociales, logros y así podría seguir una larga lista. Es una lista tan grande, que unido con la historia que tenemos en nuestro ADN, muchas veces hace que nos bloqueamos, nos rigidizamos y aparece esa energía que inunda. Son sentimientos muy reales, muy potentes, que se unen con los desafíos de la vida cotidiana, además de la crianza. Está el cansancio y que aunque no lo queramos, este miedo consciente o no, a veces se apoderan de la mayor parte de nuestro hacer y ser , con nosotros mismos y con nuestros hijos e hijas. Retomemos nuestra historia…a veces, si nos han sido difíciles las relaciones familiares y estamos el natural desafío de criar… este miedo del que hablo, podría tomar muchas formas; desde rigidizarnos, ponernos más distantes, nos puede poner más lentos, agobiados o simplemente hacernos sentir rabia. Todo dependerá de nuestro estilo de reaccionar. Cuando el temor se hace grande y evitamos hacerlo consciente, porque a nadie le gusta sentirse atrapado o vulnerable, dejamos que estos miedos entren libremente. Invaden y dejamos de conectar con nuestras virtudes o maravillosas rarezas que habíamos creído superar… ¿Por qué sucede esto? Ya que obviamente, el miedo no siempre nos invade fuertemente, muchas veces lo podemos manejar pero aveces, lo dejamos tanto de lado que sigue y sigue hasta que algo en nuestro sistema personal o familiar comienza ha hacer ruido como un real malestar. Es una incomodidad que pude tener múltiples caras, desde una pataleta de un hijo, hasta una enfermedad fisiológica nuestra o de alguien del sistema familiar. ¿Qué quiero decir con esto? Algo de lo que muchos, ya hemos discutido. Algo simple, muy simple e importante, que estamos viendo a nivel mundial. Hoy más que nunca, luego de tantos momentos de incertidumbre, por la Pandemia que nos ha acompañado estos casi 2 años de vida, cada grupo humano, o cada familia, ha experimentado diferentes situaciones, que están, más allá del COVID 19. Hoy, luego de este fuerte remezón mundial, han aparecido dificultades que estaba ahí y que quizás con la rapidez de la vida anterior al confinamiento, no podíamos tomarles tanta atención…situaciones que desde las historias familiares y culturales, comenzaron a hacer más fuertes, como cuando uno toca la puerta de casa para que nos abran. Han aparecido, angustias, ansiedades, que se fueron develando a través de quienes en general son nuestra voz, la infancia y la adolescencia. Es como esa mochila de la cual he descrito en otras ocasiones. Existen diferentes tipos de mochilas, con diferentes tipos de telas, formas, algunas fuertes, otras incluso resistentes al agua. Una mochila, que cuando nos hacemos padres o madres, se despliega, entregando parte de su esencia a esta una nueva mochila…los hijos e hijas. Una esencia que une como un hilo transparente, la historia de nuestra cultura y familia… ¿A qué me refiero con todo esto? Me refiero, a que si estamos preocupados de nuestros hijos, si los vemos afligidos, enfermos con síntomas que persisten, quizás son señales de este estancamiento de los miedos y nuestra historia… Esto es parte de ser padres o madres. Siendo padres o madres, distancia o cercanos, todos sentimos miedo del futuro por nuestros hijos, ya sean neurotípicos o neurodivergentes. Entonces la invitación sea lo que muchos ya están haciendo… comenzar o volver a conectarse con nuestros propios procesos y pensar que podemos hacerlo mejor, más en paz. No es magia, esto es un trabajo personal. Es aceptación, resiliencia y humildad de saber que parte de ser humanos, es que estamos llenos de prueba y error. Hacer conscientes nuestras equivocaciones como parte de algo natural, sin culpas que invadan, nos permite adaptarnos y lograr cada cierto tiempo avanzar más seguros. Nos permite hacer visible ese hilo transparente y ponerle colores para saber que color es el mío y cual es el de otros, hacia el pasado, presente y futuro. |
AutoresLos blogs compartidos por Comunidades Inclusivas son liderados por su equipo de colaboradores. Alejandra Cheyre
Psicologa Infanto-Juvenil Archivos
Abril 2022
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